La coctelería no es sólo un arte o un hobbie. Es parte de mi identidad, de mi microcosmos.
Es criatura de la noche: juega con la luna y su luz tenue; con el cielo estrellado, con los gatos en el tejado. Juega con el ardor del alcohol, la frescura de las frutas; con los dados de hielo, los cristales decorados y esas cocteleras que resplandecen.
Es aroma, sabor, textura, color.
Bebidas espirituosas más un toque personal, volcadas en encantadora cristalería.
Es imaginación, personalidad, ingenio; como también disciplina, órden y metodología.
Es una caricia a los sentidos de todo aquel que se deleite con una buena copa.